DESPUES DE NIZA, ¿QUÉ EUROPA?

Por primera vez en Europa una cumbre de la U.E. no se ha celebrado ante la casi indiferencia general. En 1997 en Amsterdam, las Marchas Europeas supusieron una sorpresa cuando dieron un fenomenal puntapié dentro del hormiguero mismo de las instituciones europeas sin pensarlo realmente. Desde entonces nos hemos manifestado de cumbre en cumbre y aunque un tanto solos hemos logrado reunir unos 30.000 manifestantes, como sucedió en Colonia en junio de 1999.

Niza pasará a la Historia como la primera manifestación europea masiva, cerca de 100.000, desde que se iniciara el proceso de la »construcción capitalista europea« tras la segunda guerra mundial y después de la manifestación masiva de la CES en 1984 en Stuttgart. Nunca el »mundo del trabajo« y las asociaciones militantes se habían reunido a tal escala, y lo que es más, con ocasión de la cumbre de la U.E. dedicada a su reestructuración y ampliación. El futuro de la Europa capitalista está lejos de estar cerrado, tanto en el aspecto de los intereses económicos de sus socios como de sus formas en cuanto entidad política. La conciencia de los europeos de pertenecer a una entidad común es apenas balbuciente. Sin embargo, las movilizaciones de Niza representan un paso importante en este sentido. Las identidades nacionales han emanado a partir de las luchas comunes. El hecho de combatir a escala continental contra los efectos del neoliberalismo sienta las bases de una Europa social.

Homepage

Las Marchas Europeas

Archivo

Paradójicamente, mientras que los diversos componentes del movimiento social habían dejado para los patronos la construcción de Europa, cuando esta Europa neoliberal tiene dificultad para no ser otra cosa que un vasto mercado de libre intercambio, Niza representa un paso importante hacia otra Europa para otro mundo. Como si »la idea europea« hubiera cambiado de campo o al menos no fuera ya patrimonio de los poseedores, además de que ciertas patronales tampoco lo crean. Hay algo que ha ocurrido en Niza desde este punto de vista: no habrá una Europa si ésta no es básicamente social.

¿Es el escenario europeo un marco pertinente frente a la ofensiva neoliberal mundial?

La unificación económica, y sobre todo política y social de Europa está lejos de hacerse. Y cualesquiera que sean las medias que tome la Europa del capital en los próximos años, la conciencia de la necesidad de luchar más allá de los límites nacionales, incluso y en primer lugar para mantener lo ganado durante décadas en esos aspectos, se convierte en una realidad concreta. Evidentemente el capitalismo es mundial y es a esta escala a la que tendremos que hallar las respuestas globales a las ofensivas neoliberales actuales. »Otra Europa por otro mundo«, gritaron los manifestantes en Niza. No se trata de hacer de Europa un paso obligado para reconstruir la solidaridad internacional. Se trata de aprovechar, entre otras cosas, el potencial de los movimientos sociales de los países europeos para invertir la tendencia que nos ha legado el siglo que acaba de finalizar con la victoria del neoliberalismo a escala planetaria.

Más allá de los debates ideológicos necesarios, aunque a menudo abstractos, el escenario europeo será cada vez más idóneo para coordinar nuestras luchas prácticas sobre objetivos concretos. Este es uno de los balances que podemos sacar de la joven experiencia de las »Marchas europeas«. El hecho he haber planteado el problema a escala europea en la lucha contra el paro, la precariedad, la exclusión, etc. mediante las movilizaciones más allá de las fronteras, ha sentado las premisas de una necesaria coordinación de las luchas a escala continental para contrarrestar todas las políticas de »dumping« social. Lejos de relativizar las luchas dentro de los escenarios nacionales, la combinación de éstos ha sido contrariamente una fuente de refuerzo como pudimos comprobar cuando los movimientos de parados en Francia y en Alemania en 1998.

La simple coordinación de las luchas no es tan fácil como pueda parecer: por ejemplo, la endeblez en los aspectos de »organización« en Niza no obedecieron solamente a la estupidez y a una mala voluntad, muy reales, del alcalde , del prefecto de la ciudad y del gobierno francés. La diversidad europea es tal que, incluso para luchar conjuntamente, no es fácil. Las lenguas, la historia, los compartimentos seculares, el desconocimiento recíproco, son obstáculos que no se pueden franquear de forma rápida, más aun cuando lo hemos abordado con mucho retraso.

¿Cuáles son las perspectivas futuras?

Todo esto parece anunciar que el espacio europeo se convertirá en un lugar de recomposición de las distintas fuerzas sociales que descansaban y descansan todavía dentro de los límites nacionales. Ya podemos ver emerger en el mundo sindical, en redes como las Marchas europeas, ATTC, etc, las nuevas generaciones de militantes que piensan y actúan a escala europea y a su vez mundial. Por otro lado, en Niza, no hemos manifestado y expresado solamente ideas. Hemos señalado los puntos contra nuestros adversarios. Nuestra actividad tiene que ver con el hecho de que la Carta no haya sido integrada en el Tratado, que la agenda social haya sido reeditada, que la educación, la sanidad y la cultura no se le hayan confiado al mundo empresarial... Estamos lejos de ser decisivos, pero comenzamos a contar en todo caso.

Esto es tanto más importante cuanto que tendremos que designar los objetivos de lucha precisos capaces de hacer retroceder las ofensivas continuas del neoliberalismo. Este es el sentido de la reflexión que llevamos al seno de las Marchas para elaborar las »Consignas europeas«, principalmente sobre el asunto de los mínimos sociales, de los empleos precarios, etc. Continuaremos el próximo año con las movilizaciones con ocasión de todas las cumbres (Göteborg, después Bruselas) y de todas las reuniones internacionales (contra G7 en Génova y demás) que decidan sin nosotros, y ciertamente contra nosotros.

Pero debemos ir más allá, tenemos que diseñar un marco de movilización permanente capaz de cambiar las relaciones de fuerza de manera duradera. Lo haremos con todas aquellas y aquellos del mundo político, sindical, y asociativo que luchen en este sentido. Nuestra participación activa en »la Asamblea europea de parados, parados y precarios en lucha« lo manifiestan. La lucha contra la generalización de la precariedad en el continente más rico del planeta no se puede llevar a cabo sin los pueblos de los otros continentes. Debatámoslo en Porto Alegre. Así pondremos establecer una cierta esperanza nacida en Niza por »otra Europa, para otro mundo«.

Michel Rousseau

pied

 

 

Boletín

Comienzo de la pàgina

Homepage

Las Marchas Europeas

Archivo

 

E-Mail Webmaster